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LA PALABRA MÁGICA

Leer Esencia de Mar

Esencia de Mar

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Leemos Esencia de Mar?

    

 

 

 

     ...Los números no cerraban en mi precaria economía; cada vez eran más y más las cuentas que se acumulaban en mi hogar.

     La realidad que tenía frente a mis ojos me demostró en este caso, que no se trataba de una buena combinación de cifras sino que ya no quedaban ahorros para sobrellevar algún que otro tropiezo.

     En ese preciso instante decidí volver a mi país de origen.

     Sabía que la decisión que había tomado, era un tanto mórbida y sólo en ocasiones creía que enfrentarme a la realidad me iba a hacer bien; también solía sentir a menudo, que la fortaleza que acorazaba mi alma se desvanecía con el correr de los meses y que lentamente todo mi ser quedaba al descubierto. Tan a la vista como una segura agonía.

     Forjar mi propio mundo me costó tiempo, esfuerzo y lo único que realmente gané fue un inmenso desgaste físico y emocional sin permitirme medir aquellas futuras consecuencias que logré padecer.

     Lejos estaba en mi continuar soportando esa soledad o la falta de trabajo que día a día me acosaba sin darme tregua; no lograba conciliar nuevas ideas y me era imposible aceptar que dependía de aquel indominable y famoso estado de ánimo para lograr algún propósito.

     Como escritora, las nuevas ideas constituían un valor fundamental, de ellas dependía el trabajo, obviamente implicaba una de las formas más alteradas y poco ideal para subsistir; pero era exactamente mi mundo.

 

 

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     En él reinaba la ansiedad, la pasión, pero en la mayoría de los casos el principal exponente pasaba a ser ese conjunto de sentimientos que terminaba plasmándolos en aquellas hojas, marcando una determinada invasión de culpabilidad que me acompañaba a donde quiera que fuere.

     Sólo algunas estrategias podían salvar aquel mundo vicioso de palabras y alguno que otros argumentos donde frases fundamentales iluminaban la felicidad en esos capítulos.

     Una de esas estrategias era pisar suelo argentino y lograr mantenerme en él sin el menor propósito de volver a huir desesperadamente de un pasado al que no me atrevía a enfrentar, no sé si por miedo a una total y despiadada desilusión; no entendía nada... Nada.

     Pero si sabía que un problema existencial me aquejaba; vivía sumergida en una angustia constante, las lágrimas inundaban mi rostro sin respetar lugar y tiempo.

     Demás esta decir, que no me atrevía a pensar en como podía enfrentar el pasado; ¿Cómo podía llegar a recuperar el tiempo perdido?. Si el hombre que amaba ya no estaba a mi lado.

     Jamás sospeché que este momento llegaría algún día. Transitaba por una etapa un tanto compleja, la culpabilidad afloraba con demasiado fundamento.

     Realmente no tuve valor como para enfrentar lo que nos estaba pasando, dejé caer al vacío todo lo bello por no saber preguntar a tiempo, por no hablar con Matías sobre lo que pasaba. Sabíamos que el miedo no nos permitía actuar libremente.

     Discutir sobre el tema era una locura; presentía que se iba a tornar un tanto complicada y poco cómoda aquella situación.

     Lo cierto es que me quedé vacía por dentro y por fuera, no respeté mi vida, no

 

 

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alcancé a responder todos mis interrogantes, pero lo grave en esta historia era que había abandonado mi papel protagónico; indeclinablemente mi matrimonio había perecido mucho tiempo antes de lo que parecía.

     Una sola cosa me devolvía a la realidad, el recordar aquel circo que organizaron mis suegros el día que Matías dejó de existir.

     La hipocresía tenía nombre y piernas para sostenerse de pie, lo que no llevaba consigo era piedad y reinaba en esa multitud, que aunque parezca increíble jamás se acercaron a él en el momento más dramático de su vida para apoyarlo, acompañarlo...

     Era un momento crucial para él y difícil de sobrellevar.

     Jamás llegué a pensar en permitir ese circo... No me sentía con fuerzas para nada, solo pretendía volver el tiempo atrás aun cuando sabía que era totalmente imposible.

     Tampoco permitieron que me despidiera de él como hubiese querido, necesitaba un poco de soledad para decirle adiós, era una palabra que tenía que decirle solamente a él.

     Sólo una vieja foto que llevaba conmigo a donde quiera que fuere, me hacía recordar aquellos momentos en que los dos proyectábamos un futuro; teníamos esas ganas de vivir, de soñar con hijos y con una vida plena llena de expectativas.

     Esa foto lograba ser el espejo perfecto del momento; reflejaba tantas cosas... La ternura que colmaban nuestras almas por ejemplo, y esa juventud que iluminaba nuestros sueños.

     Sabía que mirarla por mucho tiempo me hacía mal; la angustia se apoderaba de mí y el dolor emanaba desde mi alma... No existía consuelo alguno.

 

 

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     El lamentarme ahora no significaba nada ni para ellos ni para mi; sólo el hecho de considerar que había cometido un error significaba que me enfrentaba con la verdad, con la realidad; mal que me pese estaba lejos de los sueños.

     Aún, cuando sabía que mis padres de algún modo me ayudarían; y así fue, lejos de reproches, nuevos consejos y lejos de buscar frases sin argumentos, me enviaron un giro postal con un valor estimativo como para yo poder volver a la Argentina.

     No pensé nada, sólo atiné a arreglar todo lo antes posible, renunciar al único empleo que tenía y comenzar a armar el equipaje; no necesitaba llevar mucho, sólo ganas de enfrentarme con el pasado.

     Así que hice lo que debía, renuncié a mi empleo explicando que regresaba a mi país, que realmente no lo dejaba por otro.

     El segundo paso que di fue decididamente encargarme del pasaje; me costó un tiempo prudencial resolver como volver, obviamente iba a ser un avión pero existían dos caminos; uno era cruzando el Atlántico, más directo, y tendría un par de horas menos de vuelo.

     Indiscutiblemente me tuve que quedar con la segunda opción, no conseguía pasaje hasta la semana siguiente, mucho no me entusiasmaba tomar la otra vía, implicaba mayor gasto, mayor pérdida de tiempo debido a los transbordos que debía realizar, no me quedaba otra que armarme de paciencia y de ganas de volver, que sinceramente no me faltaban.

     ...Saqué pasaje para el primer vuelo, con destino a Seúl... Sentía que tenía todo entre mis manos, y en verdad sólo el comienzo de mi sueño... Debía estar muy temprano del día siguiente en el aeropuerto de Nueva Delhi, el avión tenía hora de partida a las 08:00 AM.

     Presentía por primera vez que cuando aquel avión ganara altura, mi próxima historia comenzaría a tomas vida... MI VIDA INTIMA...

 

 

                                                       -22-

 

 

Esencia de Mar

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Seguimos leyendo...

    

 

 

     ... Mi regreso provocó un sinfín de vivencias que no casualmente se entrelazaban con el pasado, en segundos me encontré entre un tumulto de personas que iban y venían, esperando su vuelo en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza.

     Nadie esperaba por mí... Ni siquiera el mínimo Renault 4 GTL, que tiempos atrás solía quedar en el estacionamiento del mismo, esperando incondicionalmente el retorno de quién lo había dejado allí.

     El verme sola me permitió tomarme ese tiempo que tanto ansié, aún cuando una mezcla de agobio y desolación irrumpía mi interior, más precisamente mi alma... Mi alma...

     Ver mi rostro reflejado en una vidriera de artículos importados, me devolvió a la realidad a tal punto de darme cuenta que no es lo ideal forjar un mundo, pero sí es imprescindible vivir el presente y poder diferenciar la realidad de lo que no lo es... Llegó la hora de recobrar esos años que una vez dejé en pausa tratando de olvidar lo vivido.

     ¡Que difícil!... Me enfrentaba al reto más importante que sostuvo mi vida; me encontraba en el país que me vio crecer, que me brindó educación. Donde obtuve demasiados logros aún cuando sentía el acoso continuo de ese miedo que lentamente se incorporaba tras de mí sin dejar huellas.

 

 

                                                        -27-

 

 

     Entré lentamente, observaba todo... No sabía por donde empezar.

     En principio traté de sacar las telas que cubrían los muebles, resguardándolos del polvo. Luego cerré la puerta que había quedado entornada.

     Sentía todo igual, con la misma esencia de por medio, sólo que hoy Matías no está...

     Había muchas cosas que no comprendía, como el dolor, la muerte y la desesperación de verse uno en un callejón sin salida.

     Levanté el portaretrato que dejé tumbado sobre un mueble antes de marchar; no podía sacarle los ojos de encima, era un hombre muy apuesto.

     Su cabello rubio iluminaba aquellas facciones varoniles de su rostro, que cada tanto se desvanecían para dar lugar a una sonrisa casi tímida, que irradiaba dulzura y serenidad.

     Sus ojos tan azules eran el perfecto espejo de su alma aún en los peores momentos; era alto y delgado pero se notaba su trabajo físico continuo en su marcado cuerpo.

     La presencia de él denotaba su personalidad; éste hombre robaba la atención de todos los que se encontraban en una reunión... era adorable, lo amaba... aún lo sigo amando.

     Dejé el portaretrato sobre el mueble, como estaba y tímidamente caminé hacia la biblioteca; un pequeño cuarto equipado con una computadora y un escritorio.

     Algunas obras de diferentes géneros y autores eran testigo de mis emociones, sobre todo de la felicidad que sentía cuando llegaba a la palabra fin en cada obra; era algo inexplicable pero sentía que cada palabra, cada renglón, cada obra era una parte mía... muy mía.

 

 

                                                       -39-

 

 

     Muchas noches de dolor serían parte nuestra y muchas horas de desesperación tendríamos que compartir.

     Sabía que Matías no quería eso para mí; pero tampoco podía permitir que continúe solo con todo.

     Aquellas palabras volvieron a tomar vida y se presentaron en mi subconciente como si las pronunciara Mati, en ese preciso instante.

     Me era imposible eludir cada una de sus respuestas algunos de mis interrogantes; tampoco podía cambiar aquellas palabras que significaban una herida más para él; debía mantener en pie el sentido de cada uno de los planteos que yo, como mujer lograba hacerle.

     Para mi era absolutamente difícil todo, cada palabra que pronunciaban sus labios carecían de esencia...

     -Te amo y no puedo permitir que te expongas a una forma de vida, que lo único que hace es llevarte al aislamiento...es injusto. No te das cuenta que vales para mí, no te das cuenta que no te quiero perder; tampoco pretendo que des tu vida por la mía.

     -Matías, estoy tratando de luchar a tu lado. ¿Es eso malo?.

     -No, no es malo siempre y cuando valga la pena.

     -¿Te parece que tu vida no vale la pena?. ¿Te parece que mi amor puede perecer dentro de mi alma, sin dejar huellas de ese sublime sentimiento?.

 

 

                                                       -50-

 

 

     Mi presente se mezclaba continuamente con ese duro pasado y confundía mi vida aún más de lo que yo suponía.

     Verdaderamente no lograba descubrir, qué era lo que en realidad vivía; si el presente por el cual transitaba o ese pasado que con sus interrogantes me confundía más y más.

     Instintivamente sostenía que en éstos momentos carecía de decisión propia. Obviamente que ésta actitud no me favorecía en lo más mínimo, ya que con cada paso que daba aparecía un recuerdo distinto y me hacía retroceder más de cuatro años.

     Realmente tenía que poner un límite a todo esto; no podía permitir aquella tortura constante. Debía buscarle urgente un sentido a mi vida, o por lo menos tratar de vivir normalmente, no encerrarme tras la excusa de un agotamiento que no era tal.

     Pero sinceramente me costaba demasiado entrar y permanecer en la biblioteca por mucho tiempo, no podía crear una nueva historia, si no le daba libertad a aquel pasado que se adueñó en parte de mi presente.

     ...Comenzó a sonar el teléfono. Sólo mis padres sabían que me encontraba en casa; así que atendí deliberadamente.

     -¿Hola?

     No se escuchaba absolutamente nada del otro lado; volví a insistir.

     -Hola... hola.

     Al carecer de respuesta colgué el tubo; traté de no pensar en nada, no quería que el miedo se apodere de mí sin sentido.

     Mientras le buscaba nueva ubicación a algunos muebles, me remonté a aquel diálogo, que al no poder encontrar un significado, le di poca importancia.

     ...-¿Cómo no tiene sentido?... ¿te parece que no?. ¡Matías reaccioná!; ¿me estás diciendo que todo terminó?; ¿Qué nuestra confianza se esfumó, cuando yo en ningún momento emití palabra alguna?. Comprendo que somos humanos, podemos cometer errores.

 

 

                                                      -54-

 

 

 

Esencia de Mar

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     Cada beso nos llevaba a un estremecimiento total, cada caricia irradiaba sensaciones nuevas, cada una de las palabras dejaba en libertad emociones.

     Matías respondió apasionadamente, como si él hubiese tomado la iniciativa, sus manos comenzaron a recorrer delicadamente mi cuerpo; los límites quedaron a un costado.

     Los dos nos dejamos llevar por los sentimientos, por el amor, no nos importaba nada...

     Aquellas palabras dejaron de tomar vida entre nosotros, solo persistían las miradas dulces, las caricias...

     Nuestras manos recorrían los cuerpos semidesnudos permitiéndonos sentir el calor que irradiaban. Delicadamente Matías me despojó de la última prenda íntima que deliberadamente borraba aquella marca que me dejaba la diminuta bikini después de tomar sol.

     Mi corazón latía cada vez más fuerte, las emociones eran casi incontrolables. Dejó escapar el instinto animal; lejos de buscar un control nos sumergimos en un mar de pasión, buscando el éxtasis dentro de un conmensurado conjunto de sensaciones y renovados sentimientos.

     Sólo nos permitimos escuchar los latidos, sentir la respiración ahogada en sensaciones como dos adolescentes que por primera vez descubren sus cuerpos experimentando un capítulo más en su vida, permitiéndose descubrir libremente sus debilidades sin dañar sus sentimientos.

     La alfombra, unos almohadones gigantescos y los muebles que rodeaban el ambiente eran los perfectos testigos, capaces de preservar intacto ese tan preciado secreto.

     ... Una lágrima fue la que irrumpió en las facciones de Matías, combinando su timidez con los temores que acarreaba esta situación...

 

 

                                                        -92-

 

 

     ... Caminé muy lentamente hacia la habitación, sentía que quería dilatar el encuentro con Matías, no sabía con que me iba a encontrar, si con el Matías optimista o con el pesimista. No lo podría contener; yo no estaba bien y me aferraba por completo al pasado aún cuando no era totalmente saludable.

     ... Llegué y él, como era de esperarse, me recibió con los ojos totalmente enrojecidos, no se si por furia o por aquella angustia persistente.

     -Rocío, por favor decime algo... Algo que me ayude a levantar el ánimo, que me permita sentirme íntegro.

     Fui totalmente un hipócrita, no me hice cargo de nada, y lo que aún es peor, no quiero aceptar esto nuevo que se está sumando.

     Hablaba sólo él... Yo no podía emitir palabra alguna, estaba como en otro planeta; lejos de toda realidad que debiera vivir.

     Sólo atiné a abrazarlo, fuerte... Muy fuerte. Para mí era imprescindible que supiese, lo que en verdad sentía; que los días me perseguían como a él, que mis tiempos también se acortaban y que sufría tanto como él, con cada dolor, cada síntoma que se sumaba a su enfermedad.

     Sentía esa misma depresión que él y nada nos hacía bien a ninguno de los dos; ya casi no soñábamos...

     ... Apoyada sobre la mesa del comedor, con los brazos cruzados y la cabeza sobre ellos, como si estuviese adormecida recordaba aquellos capítulos de mi vida junto a Matías, a la dulzura que irradiaba cuando él me hablaba y a la gran tristeza que me produjeron los últimos meses donde luchaba a brazos partidos; y yo sin poderlo ayudar desde donde me encontraba, me sentía muy cerca de él y a la vez tan lejos... Lejos de los sentimientos, de su vida, de su mundo.

 

 

                                                       -114-

 

 

     Instantáneamente se instaló en mi memoria aquel diálogo que mantuvo Matías con Julia...

     -Jamás pensé Julia, que iba a vivir todo esto, tampoco creí tener agallas para soportar todo y sobre todo para moverme a llevar adelante este problema legal. Sinceramente no sospeché en ningún momento que podía contar tanta intimidad, esa que realmente ocultaba a toda costa. ¿Sabés de que hablo, no?; no teníamos la amistad que ahora tenemos.

     Para lograr mantener lo propio, todo se puede. Y sino mirá a Rocío, dejó de interrogarte y pasó por alto miles de cosas que en verdad, yo no hubiese logrado.

     Se permitió vivir lo que vos hasta ahora le has dado. Se aferró a tu vida para apoyarte, comprenderte, cuidarte, escucharte y amarte. ¿Te das cuenta, que si uno quiere puede?.

     -Sí, tenés razón; pero en este caso reconozco que Rocío es excepcional, va mucho más allá del amor que siente por mí.

     ...Cuantos momentos espantosos le incorporé a su vida, sin la más mínima consideración.

     -Matías, ¿Te puedo hacer una pregunta?.

     -Sí... Claro, decime.

     -... ¿Sabe Rocío toda la verdad?.

     Instintivamente me buscó con la mirada, sabía que me encontraba con ellos, que a pesar de estar cerca de la puerta escuchaba perfectamente esa conversación.

     Jamás pude describir esa mirada; se que tenía una mezcla de preocupación y desolación, pero a la vez denotaba demasiado miedo... Sentía como que algo no andaba bien, como que todavía existían muchas cosas ocultas, en la vida de Matías. Verdaderamente me veía excluida de su vida y lejos de comprender que estaba pasando en realidad.

     Decidí dejarlos solos, debían continuar con esa conversación; así que deliberadamente y muy a mi pesar, le pregunté a Julia:

     -¿No te vas, no?; ¿Te podes quedar media hora más?. Debo hacer un trámite y no quisiera dejar solo a Matías.

     -Quedate tranquila Rocío, te espero.

     -Gracias...

 

 

                                                       -116-